Regularmente la reacción de un pitcher después de recibir un home run es de enojo o una gran decepción que los lleva a poner las manos en las rodillas y preguntarse cómo pudieron fallar en un momento tan importante del juego.
Pero aún en el fondo, esos lanzadores son aficionados al béisbol, y en situaciones menos apremiantes, también se sorprenden con la magnitud de un gran batazo.
Exactamente eso sucedió en el segundo juego de exhibición entre los Yankees y los Mets de Nueva York el domingo 19 de julio. Haciendo honor a su mote, los Bombarderos del Bronx pegaron cinco home runs para ganar 6-0, pero el que más resonó en el parque de los Metropolitanos fue el de Giancarlo Stanton.
Al cierre de la séptima entrada, el relevista Chasen Shreve trató de lanzar un pitcheo rompiente que Stanton leyó perfectamente para aplastar la bola y depositarla a 448 pies de distancia, lo que serían alrededor de 136.55 metros. Shreve sólo pudo mirar hacia arriba y decir: “¡Wow!”. Séptima Entrada