Probablemente, si la historia de Roberto estuviera en un libro, sería uno de esos “best sellers”. Roberto Osuna, cerrador de los Astros de Houston, es la fiel cristalización del sueño americano, pasando de recoger tomates en los campos de cultivo de Sinaloa a convertirse en uno de los mejores cerradores en todas las Grandes Ligas.
Los Osuna siempre fueron una familia de beisbol. Su padre, también llamado Roberto, jugó por 18 años en la Liga Mexicana de Beisbol, mientras su tío, Antonio, también fue profesional de la pelota llegando a convertirse en el nativo mexicano número 61 en la historia de las Grandes Ligas, jugando con equipos como los Dodgers, White Sox, Yankees, Padres y Nationals.
A pesar del profesionalismo con el que contaba su familia, específicamente su padre, no era suficiente para mantener a una familia. “Mi papá era el único que trabajaba, pero no ganaba lo suficiente para mantenernos”, dijo Osuna en una entrevista. Por ello, fue la tierra y el campo lo que sacó adelante a los Osuna. “Sacabamos tomate, patatas, pepinillos, y todo eso. Regresábamos a las cinco de la tarde, así por siete meses y medio. Era muy difícil, porque tenía 12 años. Lo recuerdo bien claro”.
Aún con la responsabilidad de trabajar para ayudar al sustento del hogar, Roberto siempre encontró un espacio para el beisbol. Su padre lo orientó, y para cuando tenía 16 años, el “Chufito” ya se había convertido en uno de los lanzadores más talentosos de su generación llegando a debutar con los Diablos Rojos del México en la LMB, mientras que la gran oportunidad en Estados Unidos, mejor dicho, Canadá, comenzaba a gestarse.
Apenas dos meses después de su último juego en México, el 3 de agosto de 2011, los Blue Jays de Toronto lo firmaron y durante tres años rondó por las diferentes sucursales de menor rango: Rookie, Clase-A (Temporada corta y larga), hasta que en una decisión abrupta, los Jays lo llamaron para hacer su debut el 8 de abril del 2015 sin lanzar un sólo juego en Triple-A, categoría considerada la antesala de Las Mayores.
A partir de entonces, Osuna se estableció rápidamente en las Ligas Mayores con Toronto hasta terminar con 20 salvamentos en 23 oportunidades en su temporada debut, la de 2015, misma en la que finalizó cuarto en la votación por el Novato del Año, sólo debajo del después campeón de la Serie Mundial 2017, Carlos Correa, Francisco Lindor y Miguel Sanó.
Con el paso de las campañas, Osuna elevó la vara con la que sería medido, pues en 2016 alcanzó 36 rescates en 42 oportunidades, un año más tarde, concretó 39 salvamentos de las 49 oportunidades que se le presentaron, hasta que en 2018, el 10 de abril de dicho año, se convirtió en el cerrador más joven en toda la historia de las Grandes Ligas en llegar a 100 salvamentos con apenas 23 años y 62 días.
Días después del hito, Osuna fue suspendido 75 juegos por un caso de violencia doméstica. A pesar encontrarse cumplido con la medida disciplinaria, Toronto decidió que no podría retener a Osuna; las negociaciones no se hicieron esperar, y cinco días antes de ser reactivado, Osuna fue intercambiado a los Astros, organización que, a cambio de la carta del mexicano, dejó ir a tres peloteros, entre ellos, el cerrador con el que un año antes se habían apoyado para ganar la Serie Mundial: Ken Giles.
Al terminar la temporada regular 2019, Osuna llegó a 50 salvamentos con Houston, fallando únicamente en seis oportunidades. De hecho, ese último salvamento le valió para convertirse en el primer mexicano en consagrarse campeón de juegos salvados en la Liga Americana durante una temporada de Grandes Ligas.
Probablemente, aquel niño que por las mañanas se dedicaba a la siembra y por las tardes a la pelota, nunca imaginó cuán lejos llegaría.
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