“Cada día es una nueva oportunidad. Puedes construir sobre el éxito de ayer o poner tus fracasos en el pasado y empezar de nuevo. Así es la vida, con un nuevo juego cada día y así es el béisbol"
BOB FELLER
** DE MOSQUITO A MOSCO. – Su mente se transportó hasta 1992, caía la noche en El Salmoral, pequeño poblado en el municipio de La Antigua, Veracruz, su abuelo, Don Herón Arredondo Pulido, sintoniza la radio para escuchar un juego de los Rojos del Águila de Veracruz y se sienta en su mecedora mientras que su nieto de ocho años de edad llega presuroso para hacerle compañía después de pasarse la tarde jugando beisbol en los predios cercanos.
El nieto es tan inquieto que después de un rato agarra su guante y su pelota, misma que rebota constantemente en las paredes de la casa. A veces era tanto el bullicio de la pelota que no dejaba descansar a sus hermanas Georgina y Dania, por lo que su papá, Don Herón Arredondo Lagunes, tenía que quitarle la pelota.
De pronto la ovación y el bullicio de los cerca de 3,150 aficionados en el parque Beto Ávila que habían acudido a su juego de despedida lo sacaron de su introspección.
Era apenas su primer turno al bate y en cuenta de cero bolas y dos strikes ve venir el tercer ofrecimiento del pitcher de los Piratas de Campeche, Romario Gil. Eduardo Arredondo machuca la pelota con dirección a la tercera base donde aspira el dominicano Luis Jiménez y conecta en la primera base con el también quisqueyano Olmo Rosario.
Cuando las labores del campo, de la casa y la escuela lo permitían, abuelo y padre llevaban al infantil Eduardo de Jesús Arredondo Miguel todos los fines de semana hasta los campos "Vicente López" en Cardel, ahí se enroló en equipos infantiles y juveniles.
Sus recuerdos ahora lo teletransportan a 1998. Entonces contaba con 14 años de edad, decide acudir a un try out organizado por Don Jorge Calvo Cervantes, scout de los Tigres Capitalinos, quien vio a un pelotero muy delgado pero pimentoso para jugar al beisbol, con velocidad y con brazo encima del promedio, por lo que no dudo en firmarlo con el consentimiento de su papá Herón.
En esa ocasión Don Jorge firmó también a Carlos "Mosco" Ávila de 18 años de edad, un joven pelotero que como Eduardo bateaba a la zurda, y como Carlos era el "Mosco", decidió llamar a Eduardo el "Mosquito".
En su segundo turno en el juego en su honor, Arredondo ve pasar el tercer strike. No importa, el destino aún le deparaba otra aparición en la caja de bateo.
Su mente divaga ahora por el año 2001, el año de su irrupción en la Liga Mexicana, precisamente contra los Piratas de Campeche, el equipo contra el que culmina su ciclo como jugador profesional. Debuta defendiendo la camisola de los Rojos del Águila, siendo uno de los peloteros más jóvenes en hacerlo con tan solo 16 años de edad y seis meses. Entre los dirigentes Gilberto "Cebollita" Reyes y el cubano Carlos Paz le brindaron la alternativa.
En 2002, Luis Mere, el "Rey del Mango", entonces mánager de Veracruz, lo convenció de treparse a la lomita, terminó sacando una entrada con una carrera permitida.
Regresamos al sábado tres de julio, el "Mosco" Arredondo está en su tercer turno al bate en la parte baja del quinto inning, vio pasar un lanzamiento malo en el primer pitcheo pero no desaprovechó el segundo ofrecimiento, conectó un imparable de línea que de un bote se estrelló contra la cerca por el jardín derecho.
El cubano Daniel Carbonell, el jardinero derecho de los "Filibusteros", corrió desesperado por la pelota bateada por Arredondo hasta el pie de la barda, regresó rápido la esférica al cuadro donde ya esperaba el guante del campocorto Jasson Atondo, por lo que el "Mosco" tuvo que emplearse a fondo en un juego de manos para evitar ser tocado y alcanzar la segunda base; el umpire Rafael Martínez sentenció el safe.
Un doblete que bajaba el telón de manera magistral a una brillante carrera de 19 temporadas, distribuida en equipos como Veracruz, Tabasco, el México, Reynosa, Tijuana, Yucatán y León. En 10 campañas bateó arriba de .300.
El manager Leo Rodríguez ingresó al terreno de juego para anunciar la sustitución, entró como corredor emergente Leo German. El estadio se le entregó con una algarabía y reconocimiento, Lo despidieron, lo abrazaron todos y cada uno de los jugadores adversarios, por supuesto que también sus compañeros de equipo, el primero de ellos fue su fiel amigo en el club, Héctor "La Vieja" Hernández.
Al final se paró a la altura del círculo de espera para darle el adiós a la afición con la mano en alto, agradeciendo al mismo tiempo su fiel apoyo de siempre, entre los espectadores estaba su padre, Don Herón que incluso tiró un strike al guante de su hijo en el ceremonial lanzamiento de la primera bola.
"La distancia entre locura y genio solo se mide con el éxito"
BRUCE FEIRSTEIN
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