“La muerte es una una vida vivida. La vida es una muerte que viene”
Jorge Luis Borges
Han trascurrido dos terceras partes de la Temporada 2021, los equipos han entrado en la recta final de la campaña tras hacer los ajustes, compras e intercambios de última hora con la idea de asegurar un lugar en la postemporada o de mejorar sus finanzas al dejar ir talento probado y veterano a otros equipos en la pelea y recibir a cambio jóvenes prospectos que los interesados en reforzarse dejan ir en aras de cubrir sus aparentes debilidades.
Ese proceso de desmantelar equipos, como ahora ha sucedido con los Cachorros de Chicago que se desprendieron de sus figuras (Rizzo, Baez y Bryant), y apuntalar otros como en el caso de Dodgers, Gigantes y Yankees, es el común denominador de cada temporada al finalizar el mes de julio. Finalmente se trata de negociaciones entre los dueños de los equipos y sus gerencias que permiten a algunas aficiones frotarse las manos al ver crecer la posibilidad de ganar, mientras que a otras resignarse y sufrir la ausencia de sus estrellas como consecuencia de la remota o nula posibilidad de que sus novenas aspiren a la Serie Mundial.
Este momento de ajustes y nuevas expectativas me representa la oportunidad ideal para abordar un tema que ha estado presente a lo largo de la campaña del 2021, pero que a pesar de su difusión no logra ser plenamente entendido o identificado por los nuevos aficionados al 'Rey de los Deportes' o por aquellos que apenas empiezan a observar juegos de béisbol; me refiero a los parches y signos distintivos que lucen los uniformes de más de la tercera parte de los equipos de la MLB esta temporada, en señal de respeto y homenaje en la mayor de las veces a distinguidos jugadores que lamentablemente murieron durante el año 2020 y hasta antes del inicio de la actual temporada. Se trata pues, de poderosas razones de agradecimiento, duelo y nostalgia que merecen, bien a bien ser explicadas.
Si han visto algún juego lanzado por el mexicano Julio Urías este año, se habrán de preguntar: ¿porqué los campeones Dodgers en una de sus mangas tienen estampadas dos pelotas de béisbol con los números 2 y 20? Otros que hayan visto jugar a Atlanta podrán decir: ¿porqué las gorras de los Bravos tienen en el anverso bordados los números 44 y 35? Otros tantos pudieran también decir: ¿porqué los Rojos de Cincinnati y Cardenales de San Luis también tienen en su manga un parche que asemeja una bola de béisbol pero que tiene colocado el número 8 y el 41 respectivamente? Esas son solo algunas de las incógnitas y comentarios que me han hecho llegar a mi correo electrónico a lo largo de la temporada personas que al observar los juegos detectan esos signos, esas marcas y distinciones en los uniformes, pero no logran entender su propósito.
Es por ello que en esta oportunidad querido lector, habré de disipar esas dudas, además de aprovechar la ocasión para comentar el origen de esa noble tradición de honrar por lo general a jugadores, pero en otros casos también, a personas ajenas al beisbol que fallecieron durante la celebración de una temporada o en el receso que existe entre una, pero cuyo impacto y trascendencia logra hacer eco en alguno de los 30 equipos que conforman las Ligas Mayores.
La primera ocasión que un equipo mostró una insignia de luto fue en el año de 1876 cuando los Cardenales de San Luis la portaran en sus uniformes por la muerte de su compañero de equipo, Tom Miller. En el año 1881 el equipo de Chicago utilizó un brazalete negro en la manga izquierda en memoria del fallecido presidente de los Estados Unidos, Andrew Garfield. Tras esos dos significativos casos otros equipos determinaron utilizar brazaletes, moños negros y crespones luctuosos para rendir un homenaje y a la par mostrar un signo de duelo y respeto por la muerte de jugadores y dueños de equipos. Pero fue hasta la temporada de 1920, y como consecuencia del fallecimiento del béisbolista de los Indios de Cleveland, Ray Chapman, de la cual ya les he comentado, que 8 equipos de las Grandes Ligas incluidos Boston, Detroit, Yankees y el propio Cleveland, utilizaron el brazalete negro en su manga izquierda en memoria del único jugador que ha muerto como consecuencia de un pelotazo.
Hace poco más de 50 años, en 1968 y como consecuencia del trágico asesinato del senador, Robert Francis Kennedy en la Ciudad de Los Ángeles, los Dodgers utilizaron un brazalete negro en su manga izquierda en señala de duelo el resto de esa campaña. Unos años más tarde, en 1972 tras el atentando y muerte a un grupo de deportistas de Israel en los Juegos Olímpicos de Munich, algunos jugadores de los excéntricos Atléticos de Oakland, entre ellos Reggie Jackson, decidieron portar un brazalete negro en sus uniformes en recuerdo de esos deportistas caídos. Sin embargo, fue tras el fallecimiento del puertorriqueño Roberto Clemente, el último día del año 1972 tratando de llevar ayuda a los afectados por un terremoto que sacudió Nicaragua, que su equipo los Piratas de Pittsburgh determinara jugar la temporada de 1973 portando por primera vez un parche en forma de pelota de béisbol con el número 21 con el que se distinguió en los terrenos de juego.
Curioso es el hecho que mientras escribo este artículo observo que lo hago cuando se cumplen 42 años del accidente aéreo que produjo la muerte del catcher y capitán de los Yankees de Nueva York, Thurman Munson, quien decidió en un día de descanso dejar Nueva York y tomar los aires para practicar con su avioneta despejes y aterrizajes en su natal Akron, en el estado Ohio; aquella muerte, la primera que me tocó ya vivir como aficionado al béisbol, desdibujó aquel equipo bicampeón, que a partir del 3 de agosto de1979 y por el resto de esa temporada portó un brazalete negro en señal de duelo y lamento ante la irreparable pérdida del corazón y líder de su equipo. Me es difícil olvidarlo, pues recuerdo claramente la imagen de ese primer encuentro en Yankee Stadium tras el fatal accidente, ya que me impresionó el haber podido observar llorando inconsolablemente a otra gran estrella de los del Bronx, Reggie Jackson, quien no pudo contener el llanto en pleno desarrollo del juego cuando se encontraba en el jardín izquierdo. Recuerdos dolorosos y nostálgicos de uno de los más grandes jugadores que haya portado el uniforme de los Yankees.
Sin embargo, de todas las temporadas que he seguido como aficionado al béisbol, definitivamente ninguna ha tenido tantas señales duelo y pérdida, tantas ausencias y profunda tristeza como la actual temporada 2021, pues hemos sido impotentes testigos de la muerte de grandes exponentes del juego, en su mayoría connotados miembros del salón de la fama, por lo que obligada es la detenida explicación de lo que honra y recuerda cada equipo este año.
Empezaré por los Dodgers de Los Ángeles que han utilizado en todos sus uniformes en una de sus mangas dos parches con los números 2 y 20 en señal de duelo por el fallecimiento antes del inicio de la temporada de su querido manager y miembro del salón de la fama Tom Lasorda (2), que si bien nunca brilló por su estrategia y conocimiento del juego, si debe ser considerado como uno de los más grandes motivadores del juego, su afable carácter y franca sonrisa eran poderosas razones para encaminar temporada tras temporada a sus pupilos. Y por la muerte del también miembro del salón de la fama Don Sutton (20), pitcher derecho que hizo historia con los Dodgers y en cuya legendaria carrera logró obtener 324 victorias.
Los Phillies de Philadelphia este año también presentan un parche en una de sus mangas en forma de pelota de béisbol con el número 15, esto en señal de duelo por la muerte de Dick Allen, el primera y tercera base afroamericano que fue reconocido como novato del año de la Liga Nacional en 1963 y designado jugador más valioso de la Liga Americana en 1972.
Tal vez la historia más conmovedora de la temporada sea el fallecimiento del coach de banca de los Mellizos de Minnesota, Mike Bell, que a los 46 años perdiera de la vida victima de cáncer. Es por ello que esta temporada los Twins portan un parche con una pelota de béisbol en una de sus mangas con las iniciales MB.
Dos equipos, Bravos de Atlanta y Cerveceros de Milwaukee, tienen este año en sus uniformes el número 44 que hiciera visible y reconocible en el béisbol el gran Hank Aaron, la gran estrella afroamericana que rompió el récord de más cuadrangulares de Babe Ruth y que tuviera que soportar por razones raciales y discriminatorias amenazas e insultos cuando estaba a punto de lograr la hazaña. Milwaukee decidió utilizar un parche en una de sus mangas con el número 44 dentro de una pelota de béisbol, mientras que los Bravos estamparon en el anverso de sus gorras el número 44 y además debieron incluir el 35 que durante muchos temporadas utilizó el también miembro del Salón de la Fama y enorme pitcher nudillero, Phil Niekro, que en su distinguida carrera logró ganar en 318 ocasiones.
Los Yankees de Nueva York en plena postemporada del 2020 recibieron con dolor la muerte de su célebre lanzador Whitey Ford, el gran zurdo, miembro del salón de la fama y que durante dos décadas fuera el pilar de ese equipo. Es por ello, que los yankees portan esta temporada en su manga izquierda el número 16 de color negro en señalan de duelo y respeto a uno de los jugadores históricos del club.
También en Nueva York, pero en el equipo de la Liga Nacional, los Mets, hay dolor y pérdida esta temporada, tras la muerte del enorme lanzador que fue Tom Seaver, otro miembro indiscutible del Salón de la Fama con una capacidad y liderazgo pocas veces visto, es por ello que los metropolitanos llevan en su manga derecha un parche con el número 41 que siempre utilizó.
En Cincinnati, los Reds han utilizado como signo distintivo en una de sus mangas una pelota de béisbol con el número 8, que portara el miembro del Recinto de los Inmortales e inigualable segunda base, Joe Morgan, quien falleció sorpresivamente en el mes de octubre del año pasado. De Morgan debo agregar que amén de ser un dotado beisbolista, fue uno de los mejores analistas de de televisión, certero, preciso conocedor y que durante muchas muchas temporadas nos dio luces en la transmisión del juego dominical vespertino de la cadena ESPN que hacía con el narrador Jon Miller.
Finalmente debo comentar que la razón por la cual los Cardenales de San Luis portan en su uniforme en su manga izquierda una bola de béisbol con el número 45 y una firma esta temporada, es por el hecho de que el único e irrepetible lanzador derecho Bob Gibson falleció en el mes de octubre del año pasado. Gibson fue sin lugar a dudas en lanzador más competitivo y talentoso de su generación y por méritos propios ocupa un lugar de distinción tanto en el Salón de la Fama del béisbol como en su equipo.
Otras insignias y parches podrán apreciar a los ya comentados y tienen relación directa con la fundación de sus clubes o la celebración de una victoria en Series Mundiales, tal es el caso de los Bravos de Atlanta, Ángeles de California, Diamantes de Arizona y Orioles de Baltimore que lucen este tipo de emblemas.
Me queda claro que la nostalgia y el recuerdo son parte de la construcción y narrativa de las Grandes Ligas y que el hecho de mostrar como lo hacen los equipos un signo de respeto y duelo por los jugadores idos, nos permite pese a su ausencia física, tenerlos presentes.
Lo anterior lo confirma el hecho de que han dispuesto y preparado la realización de un encuentro de temporada regular para el jueves 12 de agosto en una población rural del estado de Iowa entre los Medias Blancas de Chicago y los Yankees de Nueva York, se trata del primer juego oficial de la MLB en una población que carece de equipo y estadio, en alusión directa a la película “The Filed of Dreams” (El campo de los sueños) de 1989 que protagonizaran Kevin Costner, James Earl Jones y Burt Lancaster basada en la novela “Shoeless Joe” (El descalzo Joe) de W.P. Kinsella.
Este es un gesto y ejercicio que confirma la enorme influencia que ese filme ha tenido en el béisbol norteamericano y los rasgos de añoranza y nostalgia plenamente comentados. No encuentro mejor forma de expresarles lo que el juego a disputar habrá de significar para cientos de aficionados, que retomando las palabras que al final de la película expresa Terrence Man, el personaje que interpretó -la otra voz- James Earl Jones: “Este juego es parte de nuestro pasado y nuestra historia. Nos recuerda todo lo que una vez fue bueno y que puede volver a serlo otra vez. ¡Oh! la gente vendrá Ray. La gente definitivamente vendrá”.
CÍRCULO DE ESPERA
Esta vez, la realidad superó mi predicción y vaya que era difícil. Rotundo y sonoro es el fracaso de la Selección Mexicana de Béisbol en los Juegos Olímpicos. Sale caro eso de ir de paseo, sobre todo cuando el costo es haber desaprovechado una oportunidad única e irrepetible y a la par haber arrastrado el prestigio y nivel competitivo de nuestro béisbol.
La demostración de la novena mexicana en Tokio fue penosa, su desempeño mediocre y la dirección y estrategia francamente nulas en los tres juegos disputados. Grave fue el hecho de que en cada encuentro se tuvo un peor rendimiento que el inmediato anterior. Del manager cuya acción más destacada fue haberlo visto posando sonriente y con la camisola de los Tomateros de Culiacán en los aros olímpicos cual turista, no vale la pena hacer más comentarios. ¡Misión cumplida! Pues a nadie le puede quedar la menor duda, de que el último lugar de la competencia se obtuvo merecidamente.
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