"Alguien luchó por tu derecho al voto. Úsalo”
Susan B. Anthony
Uno de los momentos más relevantes del juego de béisbol lo constituye el tomar turno para batear. Es decir, vivir el preciso momento en que se tiene la posiblidad de influir en el resultado del juego de pelota y específicamente de ser artifice en la realización y producción de las carreras. Es en la caja de bateo donde invariablemente partido a partido se generan las acciones que permiten a un equipo obtener la victoria. Y pese a que el béisbol es un juego de conjunto, por extraño que parezca, son esos momentos de absoluta soledad, aislamiento e incluso introspección que vive el bateador los que le permiten juzgar en fracciones de segundo los lanzamientos y a la par ejecutar las acciones que provocan y producen las casi infinitas variables que tiene implícito el juego de béisbol. Abanicar, dejar pasar un lanzamiento, ser golpeado por alguno otro ante la sorpresa o incapacidad de poder evitar el contacto de la pelota lanzada desde el montículo y por supuesto ser capaz de conectar la pelota son algunas de las cosas que suceden en ese rectángulo al que es asignado y forzado a permanecer todo bateador. Por decirlo en otras palabras, batear es el momento de mayor definición del juego, algo tan obvio y cotidiano que prácticamente y sin apreciarlo se repite una y otra vez en cada encuentro ante los ojos de nosotros los espectadores y aficionados.
Querido lector, hoy he decididio hacer esta analogía del deporte que más disfruto y entiendo con lo que significa ejercer el derecho al voto. Lo hago con convicción y agradecimiento, como consecuencia lógica del aprendizaje, ejemplo y formación recibidos en casa. Muchas veces lo he afirmado en mis artículos y hoy lo vuelvo a corroborar: el béisbol, es como la vida misma…
Batear y votar son en mi beisbolero y cívico entender sinónimos de actuar y decidir por cuenta propia, de participar y ser factor en la realización de las cosas. Por lo que no hacerlo significaría darle la espalda al futuro, significaría desentenderse de la realidad que vivimos y padecemos, significaría asumir sin cuestionar el inaceptable nivel de violencia e inseguridad con que se vive en nuestras calles, trabajos, escuelas y hogares. Así como también sería desperdiciar la maravillosa oportunidad que nos legaron quienes nos precedieron de vivir en libertad y de ser capaces de decidir el destino de nuestro futuro, de nuestros hijos y por ende, de nuestra patria y sus futuras generaciones.
Batear en los diamantes y terrenos de juego no es un acto mecánico o automatizado. Requiere de una enorme capacidad de observación, habilidad, técnica y preparación. A nivel profesional fundamental es el conocimiento de los lanzadores rivales y de sus pitcheos, pero también y de manera destacada se trata de una práctica que se ejercita, perfecciona y corrige día a día hasta definir un estilo propio. Se trata de una serie de factores que al concatenarse dan por resultado adquirir la destreza suficiente para conectar con frecuencia y fortaleza los lanzamientos que son enviados. Una destreza y hasta oficio que permite generar respeto, admiración e incluso ser temido por los lanzadores rivales.
Muy probablemente fue en la Serie Mundial de 1932 en el Estadio Wrigley Field de Chicago cuando el inmortal y leyenda del béisbol Babe Ruth apuntara con su bat en forma retadora la barda del jardín central para demostrar su capacidad y poderío en la caja de bateo, un desplante con el que fue capaz de anticipar al lanzador rival y a los aficionados de aquel encuentro el preciso lugar donde habría de depositar la siguiente la pelota que le sería lanzada que los ojos y la atención de los aficionados y expertos del juego dejaron de estar depositados al ciento por ciento en los lanzadores. Definitivamente aquel gesto, osadía y demostración cambiaron para siempre la historia y narrativa del juego de béisbol.
Batear también es un ritual y una serie de actos y movimientos plenamente coordinados, algunos tan estéticos y perfectos como los inmejorables swings de Ted Willims y Joe DiMaggio, dos íconos del béisbol cuya presencia en la caja de bateo logró exaltar la estética y belleza que también tiene implícito el juego de pelota. Y otros llenos de manías y extraños movimientos que incluso pudieran ser intimidantes e invasivos para los lanzadores, pero que reflejan absoluta concentración y determinación al momento de estar en la caja de bateo.
Siendo un niño admiraba y torpemente tratataba de repetir e imitar los movimientos coordinados que hacía cada vez que tomaba un turno en la caja de bateo el gran primera base de los Piratas de Pittsburgh Willie Stargell, quien invariablemente solía hacer con su bate una especie de molino de viento que giraba y giraba y abruptamente se detenía justo a tiempo para esperar la llegada del lanzamiento del pitcher contario. De esa época me viene también a la mente la mecánica y los movimientos retadores del gran seguda base Joe Morgan, quien literalmente montado en la caja de bateo hacia golpear a gran velocidad y en repetidas ocasiones su codo contra sus costillas, como quien quiere arrancar una motocicleta o darle cuerda a un carrito de tracción tan solo unas cuantas fracciones de segundo antes de esperar el lanzamiento que le sería enviado.
Otras célebres y curiosas aproximaciones a la caja de bateo han producido a lo largo de los años y las temporadas de la MLB admiración y respeto mayormente por la efectividad y buenos resultados de los bateadores que las ejecutaban, entre ellos destaco a: Rod Carew, Gary Sheffield , Darryl Strawberry, Eric Davies, Jeff Bagwell, Craig Counsell, Kevin Youkilis, Julio Franco y Ken Griffey hijo, cuyas llamativas y singulares mecánicas de bateo han marcado un hito en el mundo del béisbol, a grado tal que son reproducidas, copiadas e imitidas una y otra vez en los llanos tanto a nivel infantil, juvenil y colegial en busca del éxito y la victoria.
Pareciera tras mi anterior explicación que votar es un acto mucho más sencillo de realizar que batear y tal vez lo sea; pero debo advertir y también precisar que para votar se necesita tener convicción y deseos de participar. Se necesita voluntad y disposición y además se requiere de autonomía, libertad e independencia para hacerlo. Todavía somos de esos afortunados que en esas condiciones podemos ejercer nuestro derecho, incluso pese a los excesos, las desigualdades y notorias violaciones a los principios de la más mínima equidad electoral que se han presentado en los últimos años; hoy por hoy la participación ciudadana está garantizada y es nuestra obligación conservarla, hacer que perdure y que siga vigente. Si eres mexicano, mayor de edad y cuentas con tu credencial de elector, debes saber algo, tu tienes asignado un turno al bat.
Batear en los diamantes de un parque de pelota o incluso en un improvisado campo de juego siempre será un acto circunstancial, cambiante y dinámico cuyas directrices se rigen y regulan por las condiciones específicas del propio partido. Todos los turnos al bat son importantes y a la par distintos, incluso para un mismo bateador en un mismo juego de pelota. Nunca será lo mismo abrir la entrada con la necesiadad de llegar a las bases, que ir a la caja de bateo con la obligación de avanzar a los corredores o de producir carreras. Nunca será lo mismo hacerlo sin outs, que con uno o dos outs en la pizarra. Nuca será lo mismo hacerlo con el juego empatado, que ganando e incluso bajo presión y perdiendo. Y sin embargo, batear siempre será lo mismo, es decir, tener en las manos y en el bat la capacidad de decidir y definir el destino del encuentro. Ah caray, que no es eso lo que precisamente produce y tiene como resultado el ir a votar.
El próximo domingo 2 de junio será histórico, cuando llegue la noche por primera vez en la historia independiente de México, que tiene en su haber poco más de dos siglos de recorrido, una mujer será electa presidente de México. Habrán pasado poco más de setenta años desde que el presidente Adolfo Ruíz Cortines promulgara el decreto que concedió en 1953 el derecho a la mujer a votar y ser votada y que se materailizó por primera vez en las elecciones federales de 1955. Habrán pasado ya 45 años desde que Griselda Álvarez Ponce de León fuera la primera mujer electa como gobernadora de estado de la República, en su caso del Estado de Colima y habrán transcurrido poco más de cuarenta desde que una mujer por primera vez apareció en la boleta electoral como candidata a la presidencia de México, Rosario Ibarra de Piedra en 1982. Por supuesto que muchas otras cosas han pasado en ese lapso de tiempo para consolidar nuestra democracia, para tener elecciones limpias, para contar una representación y espacio para las minorías, y contar con un arbitro ciudadano e independiente que sanciona y da legitimidad a los comiciios hasta llegar al día de hoy, que habrá de constituir nuestro momento de decisión.
La pizarra y el marcador son claros, no dejan nada a la imaginación e interpretación. En la soledad de la mampara y con la boleta en la mano no habrá coaches mandando señales, ni un manager que te exija y demande el batear de alguna manera. Serás absolutamente libre de hacerlo y ejercerlo a tu antojo y en conciencia. Tienes luz verde para batear. Por eso este domingo, sé tú quien defina la eleción. Toma tu turno al bat y sal a votar. Es por ti, es por México.
casallena@live.com.mx