“Aunque logres ocultar los recuerdos, o enterrarlos muy hondo, no puedes borrar la historia. La historia no puede borrarse, ni alterarse"
Haruki Murakami
Hace algunas semanas llegó a su fin la temporada 2024 de la MLB y los Dodgers de Los Ángeles se convirtieron en su digno campeón. Esta vez el equipo que mejor se armó y reforzó antes del inicio de la campaña y también el que más gastó para tales efectos, puede y debe hoy en día sentirse satisfecho del logro obtenido. Los Dodgers eran ya una novena fuerte y con reconocido talento, pero sin lugar a dudas la llegada de las estrellas japonesas: Ohtani y Yamamoto trajo como resultado el que se consolidaran como el mejor equipo de la campaña.
Y es que el equipo angelino donde tradicionalmente se hablaba en español y cuya captación de nuevos aficionados y audiencias estaba plenamente orientada a la legión latinoamericana que sigue las incidencias de la “pelota caliente” dio un giro de 360 grados en busca de un nuevo mercado y afición con la selección de talento en el también llamado Imperio del sol naciente. Una decisión, que además de haber sido precisa y certera en lo deportivo, también logró incrementar de importante manera el número de seguidores y asistentes a su parque. Las determinaciones tomadas por la gerencia de los Dodgers puede decirse fueron un rotundo éxito.
Por eso me atrevo a advertir y anticipar que la ola japonesa y no precisamente la de Hokusai, sino la de talento beisbolero continuará en ascenso y nutriendo a la MLB. Apréndanse ya estos dos nombres: Roki Sasaki (pitcher) y Munetaka Murakami (bateador de poder) el primero de ellos está a días de decidir el equipo con el que hará carrera en los Estados Unidos, mientras que el segundo un poderoso bateador y también miembro de la Selección Nacional de Japón llegará a las Ligas Mayores hasta la campaña 2026. La presencia e interés de Japón en las Grandes Ligas es de tal magnitud que los niveles audiencia televisiva de cada uno de los cinco juegos de la Serie Mundial entre Dodgers y Yankees sólo en Japón fue de 16 millones de televidentes, esto sin importar que por la diferencia de horarios los juegos se siguieron en Japón temprano por la mañana del día siguiente al programado en Los Ángeles y Nueva York. Un dato que significa que poco más del doce por ciento de la población total de Japón vio en vivo y directo ganar a los Dodgers y triunfar a sus estrellas locales Ohtani y Yamamoto.
Lo vivido hace unos días en la Serie Mundial, sin embargo, ha quedado ya para la historia. Tanto la demostración de bateo de Freddy Freeman que además de ganar el primer juego de manera espectacular con su cuadrangular con la casa llena que dejó literalmente tendido en el terreno a unos Yankees que se quedaron a un out de la victoria y que fue capaz de repetir la hazaña de batear cuadrangular en los juegos dos, tres y cuatro de la serie para implantar un nuevo récord en los llamados Clásicos de Otoño fue el motor que inclinó claramente la balanza a favor de su equipo. A esa demostración se sumó la oportuna presencia ofensiva y defensiva, tal y como decían los clásicos: “a la hora buena” de Mookie Betts, quién aportó con su bate y su guante en los momentos más importantes de todos los encuentros a favor de su causa y la de su equipo. Y debo agregar, pues ya ha quedado escrito para la posteridad y los libros de récords la ahora célebre quinta entrada del quinto y definitivo partido en que Dodgers lograron hacer cinco carreras, todas ellas sucias, en juego que aparentemente tenían perdido como consecuencia de dos errores de la defensiva de los Yankees, incluído el de su jugador estelar y capitán Aaron Judge, que para su desgracia, fue el único error al fildear cometido a lo largo de toda la temporada. Algo que nos confirma lo exigente e impredecible que puede ser el béisbol, pero a la par, lo esperanzador y generoso que es, y que en el caso de Judge puedo asegurarles lo será, dado su talento y edad. Tiempo al tiempo, pues en su horizonte habrá oportunidades para la revancha deportiva y la reivindicación.
Pudiera parecer por lo que acabo de escribir querido lector, que los Dodgers tuvieron un largo día de campo durante la temporada 2024 y lejos estuvo de serlo, un cúmulo de lesiones y contratiempos se presentaron a lo largo de la temporada y ellos fueron capaces de superarlos uno a uno. Voy a mencionar tan solo algunos, para confirmar la resiliencia y unión de ese grupo de jugadores: las constantes lesiones de su cuerpo de lanzadores abridores entre las que destaco las de Kershaw, Buehler y Glasnow que impidieron al equipo contar durante prácticamente toda la temporada con sus cinco lanzadores abridores, el escándalo y juicio por fraude de apuestas y robo millonario del traductor de Shohei Ohtani, a los que se sumó la investigación de orden federal que puso en entredicho la carrera del beisbolista japonés a días de su llegada a los Dodgers, el fallecimiento de la madre de Freddy Freeman y también la enfermedad de uno de sus pequeños hijos que fueron la importante razón y motivo para ausentarse un tiempo considerable del Line up titular del equipo, además de la fractura de la muñeca de Mookie Betts en la segunda mitad de la temporada tras recibir un pelotazo que lo mandó por semanas a la lista de lesionados y ya en la postemporada la muerte del gran Fernando Valenzuela, ícono y referente del club. Pese a todas esas complicaciones y adversidades los Dodgers lograron sobreponerse para prevalecer y triunfar en lo que constituye una de sus mejores y más exitosas campañas en la MLB.
Pero hoy, además de este reconocimiento, deseo hacer un breve recuento de lo que dejó la temporada 2024 del mejor béisbol del mundo. Más allá de las decepciones y las sorpresas que trajo a la afición la campaña, así como el adiós de un equipo avecindado por largo tiempo en la costa oeste de los Estados Unidos la temporada de la MLB que recién culminó trajo consigo dos buenas noticias para el mundo del béisbol. La primera que por segundo año consecutivo y en mayor medida gracias a la creación del reloj que mide y ahora regula el tiempo entre un lanzamiento y otro, la duración de los juegos de pelota nuevamente se redujó en comparación con la primera temporada en que se implementaron estas modificaciones al juego y con mayor razón y tiempo respecto de la duración de los encuentros en los años anteriores a su implementación. En la campaña 2024 fueron muy raros y escasos los juegos de nueve entradas que superaron las 3 horas y 30 minutos de duración, lo cuál ha dado frescura y dinamismo al juego. Muchos expertos adjudican a ese importante hecho que ha constituido el agilizar el juego y reducir los tiempos muertos el que se haya producido otro importante resultado a comentar y destacar a favor del béisbol profesional organizado y es el hecho y circunstancia de que más aficionados asistieron a los parques de pelota de la MLB en 2024, cuya campaña regular logró en sus 30 estadios congregar a 71,348,366 de aficionados quienes vieron y vivieron en vivo y directo los juegos de béisbol, lo que se traduce en un incremento del 1% respecto de la cifra de asistencia de la temporada 2023. Siendo Dodgers en la Liga Nacional con poco menos de cuatro millones de asistentes a su parque y Yankees en la Liga Americana con más de tres y medio millones quienes más aficionados llevaron a los estadios en la temporada que acaba de concluir.
Ya entrando en temas eminentemente deportivos debo precisar que el nivel de competencia desplegado durante la campaña fue tal, que ninguno de los 30 equipos que la conforman la MLB fue capaz de ganar 100 ó más juegos, ni siquiera los campeones Dodgers, algo pocas veces visto y a lo que también se sumó el hecho de que los campeones defensores de ambas Ligas, en este caso los Rangers de Texas y los Diamondbacks de Arizona, ni siquiera fueron capaces de clasificar a la postemporada, por lo que no fueron capaces de defender sus títulos de campeones de la Liga Americana y Liga Nacional respectivamente. A la par, sorpresivamente otros equipos que ni siquiera estaban en el radar como Tigres de Detroit y Reales de Kansas City tuvieron destacadas temporadas y consiguieron su pase a los juegos de la postemporada llenando con ello de alegría, emoción y orgullo a sus aficionados.
Una campaña donde no todo fue sobresaliente y brillante destacando sin lugar a dudas la terrible e impresentable temporada de los Medias Blancas de Chicago que perdieron 121 juegos de la campaña regular y tuvieron dos rachas de partidos perdidos en forma consecutiva de catorce y veintiún encuentros, confirmando aquello de que perder es una enfermedad. No sé si sea o no contagiosa la derrota, pero un equipo de grandes ligas no puede ser tan inferior y vulnerable respecto del resto de las novenas y es algo que debe preocupar no sólo a los dueños del equipo sino a la propia MLB. La otra nota parecida la dieron los Atléticos ya no de Oakland que han partido de la ciudad de la bahía de California dejando atrás toda una época. El equipo tendrá un par de años por delante en la capital del estado Sacramento antes de llegar a su nuevo hogar Las Vegas en el que extrañamente se unirá a otra franquicia está de la NFL los Raiders que también dejaron Oakland y ahora son uno más de los atractivos de la llamada ciudad del pecado.
Y así como es ley de vida el que todo tiene un principio y un fin, en la temporada del 2024 las relumbrantes carreras de tres destacados lanzadores abridores y mejor pagados del béisbol tuvieron muy pobres e intermitentes campañas, signo inequívoco de que el final de sus carreras, como advierte la canción de Paul Anka: “se acerca ya“, lo que está por verse para Kershaw, Verlander y Scherzer es sí también lo habrán de esperar serenamente.
Y mientras es de noche para algunos en la MLB, dos lanzadores novatos han dejado huella y la esperanza de que nuevas estrellas empiezan a surgir en el firmamento. Me refiero al espectacular lanzador de los Piratas de Pittsburgh Paul Skenes que tiene un absoluto dominio de la lomita y se conduce retador y dominante frente a sus rivales a tan corta edad y experiencia y al dominicano Luis Gil de los Yankees de Nueva York que iniciaron sus carreras en la MLB con el pie derecho. A ellos dos, sumaría, al ahora Cy Young de la Liga Americana Tarik Skubal de los Tigres de Detroit que parece estar dispuesto a seguir el camino marcado por Verlander y Scherzer quienes iniciaron sus ahora legendarias carreras también con Detroit.
La temporada pasada también dejó muy en claro lo difícil que es y resulta ser el cerrador de un equipo y el responsable de preservar el marcador y lograr los últimos outs del juego. Quienes tuvimos la fortuna de ver al panameño Mariano Rivera en acción, ahora entendemos porque es el mejor de todos los tiempos. Sin embargo Helsley de los Cardenales con 49 rescates y Clasé de los Guardianes con 47 salvamentos, pero que fue sacudido por los Yankees en la postemporada dejaron las notas más altas en ésta por demás compleja tarea y especialidad que producido la forma en que ahora se juega el béisbol.
A propósito quise dejar para el final, las notas más altas que trajo la campaña del 2024, pues lo realizado con el bate y a la ofensiva por Judge con los Yankees y Ohtani con los Dodgers fue, por decir lo menos, sobresaliente. El japonés en su primera temporada como Dodger se convirtió en el primer jugador de la historia de la MLB en batear 50 o más cuadrangulares y robar 50 ó más bases en una temporada, si son contados con los dedos de las manos los jugadores que habían podido lograr la hazaña de los 40-40, lo hecho por Ohtani, que además lanza desde el montículo de manera prodigiosa, viene a confirmar que se trata de un fuera de serie y el adecuado ganador del premio al jugador más valioso de la Liga Nacional en 2024. Algo muy parecido debo agregar del jugador estelar y capitán de los Yankees de Nueva York, Aaron Judge quien conectó 58 cuadrangulares durante la temporada regular, siendo esta la tercera vez que logra en su carrera batear más de 50 batazos de vuelta entera en una campaña. El californiano de nacimiento fue merecidamente reconocido como el jugador más valioso de la Liga Americana tanto por sus logros ofensivos, como patrullando el jardín central.
Hasta aquí el resumen de la que fue una gran campaña en el mundo del béisbol, la temporada 2024 que ya ha quedado para la historia, el recuerdo y los libros de récords. Una temporada que nos ayudará a esperar con entusiasmo, ilusión y paciencia durante el invierno la llegada de la siguiente.
CÍRCULO DE ESPERA
No deja de sorprender el negocio y la poderosa industria en que se ha convertido el béisbol. Muestra de ello, lo que los equipos y sus jugadores recibieron por su participación en la postemporada del mes de octubre. Cada jugador de los campeones Dodgers recibió la nada despreciable suma de $477.441 dólares, que se traduce en una bolsa récord de $129.1 millones. Mientras que los Yankees de Nueva York pese a la derrota en el clásico de otoño recibieron $354.572 dólares por jugador, una derrama económica que también benefició a los jugadores de los restantes 10 equipos que llegaron a jugar algún encuentro tras el fin de la temporada regular. Cabe señalar que la MLB desde tiempo atrás estableció las directrices para obtener y repartir estos premios. Y se trata de un fondo que se integra con el 60% de los ingresos por boletos de ciertos juegos de postemporada. Esto incluye los 4 primeros juegos de la Serie Mundial y de las Series de Campeonato, los 3 primeros juegos de las Series Divisionales y los dos primeros juegos de la Ronda de Comodines. Es decir, el mínimo de partidos indispensables y necesarios para que exista un ganador en cada serie.
Con enorme alegría, algo de sorpresa y hasta frustración, al menos para quien les escribe tuvo lugar la votación del Comité de Veteranos al Salón de la Fama de la MLB. Como resultado del cónclave y votación dos jugadores serán el próximo verano inducidos al Salón de la Fama: Dave Parker, estrella de los Piratas de Pittsburgh de los años setentas, poseedor de uno de los brazos más certeros y poderosos en el mundo del béisbol y al que pocos y contados solían desafiar y que también fue un bateador oportuno y de poder, que logró hacer un excepcional dúo con el también miembro del recinto de los inmortales y siempre admirado primera base Willie Stargell. Y Dick Allen que jugó 15 años en las Grandes Ligas en las décadas de los sesentas y setentas principalmente con los Filis y los Medias Blancas jugando tanto la tercera, como la primera base y fuera seleccionado a siete Juegos de Estrellas y que ganó el premio al jugador más Valioso de la Liga Americana en 1972. Sin embargo, la nota incomprensible en torno a la votación, al menos para mí, así lo fue, es que una vez más fue marginado del gran lanzador cubano y estrella de los Medias Rojas de Boston Luis Tiant, quién tenía las credenciales suficientes para llegar al Salón de la Fama y cuyo reciente fallecimiento tampoco fue factor para ello. Tiant ganó 229 partidos en la MLB y Pedro Martínez que muchos años después brilló con Boston y es miembro del Salón de la Fama, ganó 10 juegos menos que el cubano. Bendita suerte que tienen unos, o mala, muy mala que tienen otros.