A dos meses de ser exaltado al Salón de la Fama del béisbol, David Ortiz procura disfrutar cada momento de su vida luego de haber sido baleado en la República Dominicana hace tres años.
"Sin ninguna duda", dijo el lunes. "La vida sigue. No se sabe lo que pasará después", añadió al recorrer el campo en un carrito de golf para después sacarse fotos con los jugadores participantes. "Tiene que concentrarte en hacer las cosas bien y velar por la gente que te acompaña".
El toletero de los Red Sox fue elegido al Salón de la Fama en su primera oportunidad dentro de la votación de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica. Logró captar al 77,9% de los votos - justo por encima del mínimo de 75% que se requiere. Asegura que la elección le ha cambiado la vida.
"Bueno, ya era un tipo bien ocupado. Ahora, estoy súper ocupadísimo", bromeó al autografiar unas cuatro docenas de pelotas de béisbol, unas cuantas bolsas de golf y unas pelotitas antiestrés.
Luciendo un gorro del Salón de la Fama, con el logo adelante y Cooperstown atrás, Ortiz calculó que ha firmado unas 3 millones pelotas de béisbol en su carrera. Señaló que el cariño que los aficionados le profesan es algo que nunca se tomará a la ligera.
"Nunca me aburro", dijo al ser entrevistado por AP. "Es algo que es fabuloso - recibir amor y devolverlo".
El lunes, "Big Papi" evocó la emoción que sintió hace casi siete años cuando su viejo amigo y compañero Pedro Martínez entró al Salón de la Fama. En ese día, Ortiz bateó dos jonrones y remolcó siete carreras en una victoria de los Red Sox.
De ahora en adelante, quizás tenga el mismo impacto en la nueva generación de peloteros dominicanos, cuando pronuncie su discurso el 24 de julio.
"Por supuesto", dijo. "Tengo mucho aprecio y respecto por ello. Ellos te aprecian por igual. Siempre están en contacto conmigo y yo trato de darle orientación. Eso es importante en la carrera de todos".
Con 46 años, Ortiz es el cuarto jugador nacido en la República Dominicana que ingresa al Salón de la Fama, uniéndose a Juan Marichal, Martínez y Vladimir Guerrero. El torneo de Ortiz - el Boston Heart Classic - recauda dinero para niños que necesitan de tratamiento médico para salvar vidas. Séptima Entrada