Sin duda el beisbol a nivel de Grandes Ligas es de lo más demandante que puede sucederle a cualquier atleta profesional. Cumplir con un calendario de 162 juegos en seis meses, más postemporada, jugando diario, teniendo entre dos y cuatro días de descanso por mes y viajando entre tres distintos husos horarios definitivamente dejarían confundido a más de uno.
Al respecto, Jesse Dougherty del Washington Post hizo una investigación en la que concluyó una sola cosa: iniciada la temporada, los peloteros no saben en qué día viven.
Según el cerrador de los Nationals, Sean Doolitle, no hay manera de seguir el calendario. “Es imposible (saber qué día es). Así es como funciona: cada inicio de una serie es un lunes, pase lo que pase. Cada último juego de una serie es un miércoles. Pero también hay otras confusiones, como la forma en que todos los días parecen domingo. Entonces, espera, eh…”, concluyó el confundido lanzador.
El ritmo de sus vidas sólo es dictado por la hora en la que sale el autobús del hotel, la hora a la que comienza la práctica de bateo y la hora pactada para el inicio del juego. Eso es todo. Una vez acabado el juego, se duchan, empacan y regresan al hotel para repetir la rutina al día siguiente.
“Mis viejos amigos se burlan de mí todo el tiempo y nunca sé lo que está pasando”, dijo el segunda base Brian Dozier . “Te olvidas de los cumpleaños. Te olvidas de las citas. De febrero a octubre estás en una pequeña burbuja realmente extraña. Sólo necesito saber a qué hora sale el autobús y partir desde allí”.
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