Es el hombre del momento en las Grandes Ligas pero él sabe que ni el récord que busca alcanzar es más grande que el juego... y una plática en el clubhouse de los Detroit Tigers fue suficiente para dejarlo en claro.
“Yo sé que la historia es bien importante”, dijo Cabrera antes del triunfo 3-0 de los Tigres sobre los Yankees en Comerica Park, “pero primero necesitamos ganar. No se trata de mí. Se trata del equipo”.
Miguel está a un imparable de llegar a los tres mil en su carrera y se ha llevado toda la atención cada que pasa a batear. Y el jueves fue otra vez el centro de las miradas cuando recibió una base por bolas intencional en la octava entrada. El público abucheó a los Yankees pero Cabrera les pidió a los fanáticos que se calmaran y apuntó a la pizarra después de terminado el inning.
“Estamos ganando, 3-0, estamos bien”, explicó Cabrera lo que trató de decirles. “Estamos 3-0 en el octavo. Tenemos la ventaja”.
Ese es Miguel Cabrera. Un hombre que se divierte jugando béisbol, ama al juego y aprecia su historia. Pero por sobre todas las cosas, es alguien que quiere ganar.
“Quería asegurarse de que todo el mundo tuviese perfectamente claro que ganar el juego era la prioridad”, dijo el manager A.J. Hinch. “Miggy ha manejado las cosas así durante la búsqueda del jonrón 500, esta del hit 3,000. A Miggy lo que le importaba hoy era ganar. Necesitábamos ganar”.
Miguel Cabrera is a hit away from 3000 and the Yankees intentionally walked him.
— Barstool Sports (@barstoolsports) April 21, 2022
What has happened to a once proud franchise @short_porch pic.twitter.com/KiBf8xXRGf
Cabrera no estaba de muy buen humor después que su juego de tres hits el miércoles lo pusieran a un imparable del tres mil, porque los Tigres perdieron. El jueves fue lo contrario. Como cuarto bate, Cabrera tenía de 3-0 cuando la búsqueda del 3,000 terminó por el día con el 236to boleto intencional de su carrera y así – gracias en parte al subsiguiente doble de dos rayitas de Austin Meadows – la cadena de tres reveses de los Tigres llegaba a su fin.
“Esto es béisbol, ¿saben? Después de mi venía un zurdo”, explicó Cabrera. “Darme el boleto intencional, eso es parte del juego. Me fui de 3-0, pero ganamos. Maravilloso”.
Por cuatro visitas al plato, los fanáticos colmaron las secciones más bajas del estadio, esperando ver historia. Cabrera recibió una ovación de pie de los fanáticos cuando salió del dugout y se paró en el círculo de espera en el primer inning. Se acercó hasta la malla que divide el terreno con la tribuna, saludó a los fanáticos y se tomó una foto con su hijo, que estaba sentado cerca junto al resto de su familia.
“Estaba muy emocionado el primer turno”, dijo Cabrera. “Por eso es que me puse los lentes de sol”.
Habían estado hablando sobre el hito el día anterior. Cabrera le dijo que iba a tocar la bola para ver si conseguía el hit 3,000, una broma que ya les había mencionado a algunos reporteros en el Spring Training.
“Le dije a mi hijo Christopher ayer”, dijo Cabrera antes del encuentro del jueves. “Y me dijo, ‘¿Vas a tocar? Papá, por favor’. Pero hoy voy a tocar”.
Al final, Cabrera no tocó. Abanicó la brisa ante el primer envío que vio, una sinker de Jordan Montgomery, antes de fallar con un elevado a la izquierda para entregar el último out del primer episodio.
Cabrera se ponchó contra Montgomery en sus dos próximos turnos, tirándole sin suerte a una curva abriendo el cuarto y luego con un medio swing en 3-2 ante una recta en el sexto. Con información de MLB.com